
Otro ejemplo, son los deportes. Si el padre y/o la madre son buenos motivadores de sus hijos, desde muy pequeño junto a ellos verán y practicarán deportes de diferente índole, para luego hacerlo en familia, pasando por un grupo familiar más grande (tíos, primos, etc.), para de esta forma se motive por uno u otro deporte, pero siempre con la satisfacción de haberlo descubierto, comenzado afectivamente de la mano de sus padres, lo cual lo hará con más agrado, y la motivación será positiva re forzante y quizás permanente.
Exigir también cuesta. La capacidad de exigencia amable de los padres y profesores va a marcar, en buena medida, el desarrollo de la capacidad de trabajo y esfuerzo y de las virtudes de los niños. Exigir que los niños controlen sus voluntades también cuesta esfuerzo. No se puede exigir que de la noche al día el niño aprenda a controlarse. Es necesario tiempo, paciencia, renuncias y sacrificios. Sin embargo, sin este esfuerzo, no se conseguirá nada con los niños.
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